«El sentimiento, la conciencia de la emoción» – Artículo en Blog Sprint / Chile

Sigo colaborando con la consultora chilena Sprint, con la publicación de artículos en su web. Sprint es una consultora con 30 años de experiencia en el mercado chileno, y con cobertura regional en Perú, Argentina y Ecuador. En esta ocasión, es un artículo sobre uno de mis grandes temas de los últimos años, las emociones, en este caso, «confrontándolas» a los sentimientos. ¿Qué diferencia a unas de otros?

Antonio Damasio frase

El sentimiento, la conciencia de la emoción.

Mayo 2018 | Enrique de Mora – Conferenciante, escritor y consultor en Management.

Históricamente, se decía que los humanos éramos “animales racionales”. Era una fórmula más o menos afortunada para intentar diferenciarnos de los animales. La realidad es que somos fundamentalmente “animales emocionales” …

Primero, experimentamos sensaciones, luego, emociones, y, después, sentimientos. La sensación es la impresión que las cosas nos producen por medio de los sentidos. Se traduce en una emoción, es decir, una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática. Y desemboca en un sentimiento, o sea, en un estado afectivo del ánimo. La emoción dura poco, pero el sentimiento que genera, a menudo perdura.

Según definió Paul Ekman, las seis emociones básicas o primarias son el miedo, la ira, la tristeza, la sorpresa, la alegría y el asco. Tienen la particularidad de ser innatas. Nacemos con ellas y las necesitamos para sobrevivir. Como dice el psicólogo Leslie Greenberg, la emoción es la fuente primaria de la experiencia.

Una vez interiorizadas las emociones, afloran los sentimientos. ¿Alguna vez ha tenido algún encontronazo o conflicto por orgullo o por celos? ¿En alguna ocasión, la vergüenza o el sentimiento de culpa le han impedido hacer algo que hubiera querido? El orgullo, los celos, la vergüenza o la culpa son sentimientos. Otros son el amor, el sufrimiento, el rencor, la felicidad o la compasión, aunque no hay consensos universales en las clasificaciones de emociones y sentimientos.

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¿Cómo convertirte en un buen líder?

 

¿Por qué abundan los malos jefes? Es decir, los que no escuchan, los que quieren mandar a golpe de autoridad, los que se cuelgan medallas, etc. Por una razón muy sencilla: ¡porque ser un buen jefe es muy difícil! Y serlo siempre, todavía más.

Los malos jefes o directivos tóxicos están muy pero que muy extendidos. En España, según algunas encuestas, el 36% de los jefes son tóxicos. ¡El 36%! ¿Qué suele desencadenar la mayoría de comportamientos de los malos jefes? He hecho esta pregunta unas cuantas veces en el último año, en formaciones y en conferencias, y la respuesta es siempre unánime: la inseguridad. Por supuesto, si a la inseguridad se le añade estupidez congénita del directivo, el problema (del jefe y de sus colaboradores) crece exponencialmente. No citaré ejemplos, pero seguro que todos conocen algún caso más o menos cercano…

La forma de actuar del jefe le confiere, o no, el respeto y el seguimiento de sus colaboradores. Para lograrlo, hay dos características que debe tener el buen líder sí o sí. La primera, defender los intereses del grupo por encima de los suyos propios. Y la segunda: dar ejemplo. Fíjense a su alrededor y verán que es muy pero que muy difícil encontrar líderes que cumplan esas dos cualidades simultáneamente. Además, hay que tener en cuenta que el modelo de liderazgo evoluciona. No es lo mismo ser un jefe (un líder) hoy que hace treinta años. Antiguamente, imperaba el liderazgo transaccional: tú me das, yo te doy. De ahí pasamos al liderazgo carismático, muy en boga en los años 80: líderes que parecían tener un aura especial y a los que había que seguir por ese magnetismo suyo (un ejemplo era Jack Welch, el «big boss» de General Electric). Luego, se consideró más adecuado el liderazgo inspirador (el ejemplo paradigmático sería Steve Jobs). Hoy en día, el modelo que prevalece es del LIDERAZGO TRANSFORMADOR, es decir el liderazgo orientado a transformar y hacer crecer a tus colaboradores. Yo digo siempre que el liderazgo es un asunto de EQUILIBRIO: Exigir y Dar. Exigir esfuerzo y, sobre todo, resultados. Dar medios, salario adecuado, buen ambiente, flexibilidad…Además, el buen líder se atreve a algo muy difícil: a pedir feedback sobre su forma de dirigir personas.

Mírate en el espejo: ¿eres un buen líder? ¿Qué te sobra? ¿Qué te falta? Plantéatelo… Atrévete a preguntárselo a tus colaboradores… Y a por ello.