Los caballeros del Congo

En Brazzaville y Kinshasa, respectivamente capitales de la República del Congo y de la República Democrática del Congo, son conocidos como “sapeurs” los seguidores de un movimiento estético cuyas señas de identidad son la elegancia y el estilo (basándose en la moda occidental de otras épocas). El nombre procede de su pertenencia a la SAPE, “Société des Ambianceurs et des Personnes Élégantes”, es decir, la Sociedad de Creadores de Ambiente y Personas Elegantes.

Un poco de antropología. Los “sapeurs” son fundamentalmente hombres. Lucen trajes de colores pastel, muy llamativos, zapatos acharolados, sombreros, fulares y corbatas de seda. Su modo de vida es el dandismo y la exhibición. Van recorriendo las calles como si fueran obras de arte en movimiento, creando un sorprendente choque visual, al destacar espectacularmente sobre un fondo donde predomina la miseria. Los “sapeurs” suelen pasar penurias, pero van impecablemente vestidos (a menudo, alquilan los trajes para unas horas). Aunque a duras penas tengan dinero suficiente para costear sus estilosos trajes, rinden culto al lujo. “Un sapeur congoleño es feliz incluso si no come”, decía uno de ellos, “porque llevando ropa elegante alimentamos el alma y damos placer al cuerpo”. Los sapeurs conforman un movimiento que a través de la apariencia intenta reivindicar su identidad.

Cuentan que el primer “sapeur” fue André Grenard Matsoua (1899-1942), líder político y religioso que regresó de Paris en los años 20 del siglo pasado vestido como un príncipe. Más tarde, en los sesenta, el músico Papa Wemba se sumó a la SAPE y le dio un buen impulso. En las últimas décadas del siglo XX, el movimiento fue decayendo, llegando casi a desaparecer. No obstante, ha resurgido con fuerza en el siglo XXI gracias al impacto que tuvo en 2009 el libro “Gentlemen of Bacongo” en el que los “sapeurs” quedaron retratados e inmortalizados por el fotógrafo italiano Daniele Tamagni. Bacongo es el distrito de Brazzaville donde la SAPE tiene más seguidores.

Los “sapeurs” siguen un código a la hora de vestir (por ejemplo, está prohibido combinar más de tres colores) y también a la hora de comportarse (están en contra de las drogas y de la violencia). Los auténticos “sapeurs” al menos una vez en la vida deben viajar a París (es su Meca particular). Por mucho esfuerzo y dinero que les cueste viajar a la capital francesa, al llegar allí destinan todos sus ahorros a comprar esa ropa tan anhelada en tiendas de lujo. Los trajes de Yves Saint Laurent, Jean Paul Gaultier y Armani están entre los más demandados. En cuanto a los zapatos, la exclusiva marca francesa Weston y la británica Church’s se llevan la palma. Y no se toleran imitaciones. Cuando consiguen su sueño parisino, los “sapeurs” regresan al Congo como si bajaran del cielo, vestidos con trajes caros, tocados con sombreros y envueltos entre fulares. Son capaces de invertir en ello el dinero que puedan apartar durante años (del mismo modo que en Europa o Estados Unidos un modesto trabajador puede estar años ahorrando para comprarse una Harley Davidson porque es el sueño de su vida).

Sapeurs 3Alegría de vivir. Resulta fascinante y admirable la energía y alegría de los “sapeurs”. Mantener la dignidad, el orgullo y la elegancia en cualquier circunstancia es una de sus normas. Formar parte de la SAPE les permite “huir” unas horas cada cierto tiempo de su propia cotidianeidad, destacando del contexto, alegrando a otros (son “creadores de ambiente”) y “embriagándose” del festival de colores y dandismo que protagonizan…

El movimiento de la SAPE es una forma de combate contra la miseria y las circunstancias difíciles. Ser “sapeur” significa desafiar a la miseria, a la morosidad, a la falta de necesidades básicas…. ¿Cómo? Con energía, con clase, con elegancia y con alegría. Significa concederse la posibilidad de soñar en un contexto que en principio no lo permite. Todos los congoleños son conscientes de ello y por eso aceptan, admiran y reconocen a los “sapeurs”, que se han convertido en un verdadero símbolo y fenómeno nacional.

La necesidad de diferenciarse. Esa parece ser la motivación de los “sapeurs”. ¿Diferenciarse de qué o de quién? 1) De los demás: a través de este movimiento –que vendría a equivaler a nuestras tribus urbanas- logran salirse de la norma y destacar frente a la mayoría. Hay que tener en cuenta que prevalecen los jóvenes y éstos, en cualquier lugar del mundo, aspiran a afirmar su identidad, alejándola lo más posible de la de los adultos 2) De lo que ellos mismos son: también quieren diferenciarse de ellos mismos, de su realidad anodina y gris. Los “sapeurs” luchan contra la miseria a través de la estética, por paradójico que pueda parecer. Esta ideología, si se puede tildar de tal, parece que floreció durante la época colonial francesa, en la década de 1920. Por aquel entonces era práctica habitual que los aristócratas franceses regalaran su vestimenta “démodée” a los esclavos. Para los congoleños sometidos al colonialismo, la ropa se convirtió así en un arma con la que combatir su propia realidad: al vestirse de dandis, sentían que recuperaban la dignidad y el honor arrebatados por los franceses. Los sapeurs se regodean afirmando que “el hombre blanco inventó la vestimenta, pero nosotros la convertimos en un arte”.

Como analiza la periodista chilena María José Pavlovic, autora de un documental sobre los “sapeurs”: “se trata de que, a partir de lo superficial, te transformes en lo esencial y adquieras ese (aparente) poder y prestigio de los otros”. Por tanto, el movimiento “sapeur” parte de un planteamiento 100% aspiracional. “Vístete no como eres, sino como deseas ser”, decía recientemente en una entrevista una experta en moda.  Los «sapeurs» congoleños siguen a pies juntillas ésta máxima. Y ese empeño -al que dedican su tiempo, su poco dinero y su vida- es digno de elogio porque les reporta diversión, felicidad y sensación de plenitud.

Fotos: Daniele Tamagni (libro “Gentlemen of Bacongo”)

Mystic Eastwood

Este mes de mayo, Clint Eastwood cumple 87 años. Repito, ochenta y siete años. ¿Pasa sus días jugando al dominó, tomando el sol en la plaza del pueblo con sus coetáneos o pescando plácidamente? No precisamente… Está trabajando en paralelo en tres nuevos proyectos que, previsiblemente, llegarán a las pantallas entre fines de 2017 y 2018: se habla de una película sobre el atentado ocurrido durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, otra sobre el secuestro en 2011 de una cooperante norteamericana por piratas somalíes y una tercera sobre la heroica acción de tres estadounidenses y un británico que en 2015 detuvieron a un terrorista en un tren que iba de Ámsterdam a Paris y evitaron así lo que podría haber sido una masacre.

Por tanto, el director californiano está trabajando sobre tres historias reales, como su última película, “Sully”, protagonizada por Tom Hanks: contaba el caso del piloto que en 2009 realizó un aterrizaje forzoso de su avión sobre el río Hudson. “Sully” triunfó en taquilla, pero no gozó del favor de la crítica. La última película de Eastwood que concitó el aplauso unánime de crítica y público fue Gran Torino.

Trayectoria y reconocimiento. Clint Eastwood ha dirigido más de medio centenar de películas y ha ganado dos Oscar al mejor director por “Sin perdón” y “Million Dollar Baby”. Su currículo cinematográfico se completa con cerca de 60 películas como actor y 30 como productor. A estas alturas de su vida, se han escrito decenas de libros sobre Eastwood (uno de ellos, la biografía de Patrick McGilligan, muy crítico) y centenares de reportajes y artículos. Pero no sólo eso. El director nacido en San Francisco inspira y emociona a gente de toda edad y condición, por ejemplo, a grupos musicales como Oddjob, un quinteto sueco que le dedicó un disco, “Clint”. Es una pequeña joya para los seguidores de Eastwood y para los amantes de la música, ya que revisa en clave de jazz-rock parte de las bandas sonoras de su filmografía. De hecho, según la revista “Rolling Stone”, existen 23 canciones –pop, rock, country o incluso punk- de diferentes intérpretes rindiéndole homenaje. No falta la representación española, de la mano del grupo mallorquín Antònia Font, que incluye el tema “Clint Eastwood” en su disco “Lamparetes”.

Cuando desvelo mi atracción por Clint Eastwood y por la mayoría de sus obras, descubro la fascinación que ejerce sobre gente muy variopinta. No gusta ni mucho menos sólo a hombres rudos y amantes del western o de las películas policíacas, como podía suceder en sus inicios.

Clint Eastwood libros

Casi todo empezó en 1964, concretamente, en el desierto de Tabernas (Almería)… Allí, el todavía poco conocido actor norteamericano protagonizó “Por un puñado de dólares”, el primero de tres westerns de éxito dirigidos por un tal Sergio Leone… Como es sabido, los otros dos, también rodados en Almería y en otros lugares de España, fueron “La muerte tenía un precio” (1965) y “El bueno, el feo y el malo” (1966). Esta trilogía le lanzó al estrellato mundial. Aun así, tras sus primeros papeles individualistas y duros (el pistolero de ceño fruncido dio paso al autoritario, frío y amoral inspector de policía “Harry el sucio”), Eastwood convivió con cierta estigmatización y el encasillamiento por parte de la crítica. No obstante, en los 70 descolocó a esta última al empezar a dirigir películas a cuál más interesante. Y fue en la década de los 80 cuando mostró definitivamente al mundo su riqueza y versatilidad cinematográfica, abordando magistralmente el mundo de la música (“El aventurero de medianoche”, “Bird”), el del lejano oeste (“El Jinete Pálido”) e incluso el del propio cine (“Cazador blanco, corazón negro”). En 1985, el reconocimiento de su western “El jinete pálido” en el Festival de Cannes otorgó al cineasta californiano los primeros retazos de esa vitola de respetabilidad de la que goza ahora…

Su presencia, su imagen. Como actor, aunque no ha desplegado nunca un gran abanico de registros interpretativos, hace ya mucho tiempo que la crítica coincide en considerar que Eastwood no actúa, sino que simplemente está y que es su presencia la que produce la magia…

El conocido crítico Carlos Boyero dice: “En sus hondas y lacerantes radiografías de gente herida y perdida en la tierra de las oportunidades, en su permanente indagación del lado oscuro y de los sueños rotos, ese señor llamado Clint Eastwood, alguien que puede contar las historias más complejas y los sentimientos más intensos con la sencillez, la capacidad de sugerencia, la inquietud, el lirismo bronco y la fuerza expresiva de los clásicos, calcula con extrema lucidez la conveniencia o inconveniencia de plantar su legendaria figura delante de la cámara. Yo siempre agradezco su presencia, su humanidad, su dureza, su soterrada ternura, su peligro, su hombría. También que no sea complaciente, ni mentiroso, ni autocompasivo con el sombrío futuro de los finalmente desolados personajes que representa.”

Con el paso del tiempo, Eastwood se reveló como alguien que intentaba ser profundamente coherente consigo mismo. Tuvo que “enfrentarse” a estereotipos y cábalas sobre su ideología, y, en lugar de enzarzarse en desmentidos y justificaciones, optó por construir calladamente una de las más sólidas carreras de la historia del cine. Parece claro que a través de sus películas emprendió una inteligente, pausada y trabajada labor de deconstrucción de su primera imagen cultural, aquella que le identificaba con el prototipo del pistolero solitario o del inspector de policía fascistoide. Y así, “deconstruyendo” estereotipos y construyendo arte, llegaron en los 90 y en la primera década del siglo actual obras redondas como “Sin perdón” (1992), “Mystic River” (2003), “Million Dollar Baby” (2004) o la ya mencionada “Gran Torino” (2008).

Clint Eastwood visto desde el Management. Hoy en día, Eastwood es uno de los últimos mitos vivientes del cine. Ya no hay quien le tosa (¡ni aunque apoye a Trump!). Es un cineasta heterodoxo, que explora permanentemente nuevos territorios cinematográficos y logra en sus obras una explosiva combinación de tradición e innovación.

Eastwood tuvo desde muy pronto la ambición de controlar su carrera cinematográfica, lo cual irremisiblemente pasaba por disponer de su propia productora. Casi 50 años después de su fundación, Malpaso Productions sigue reflejando el carácter austero de Eastwood, quien insiste en gastar el mínimo dinero posible (y, por tanto, el mínimo tiempo de rodaje) y siempre en cosas necesarias.

Eastwood, ha ejercido y ejerce de actor, director y productor, lo que, empresarialmente, equivaldría a empleado, directivo y empresario. Podemos establecer un decálogo de aquellos rasgos de Clint Eastwood especialmente aplicables al Management:

  1. Auto-control, contención y sobriedad. Domina el arte de callar.
  2. Apertura, ganas de explorar nuevos territorios, asumiendo riesgos.
  3. Identidad y estilo propio. “Presencia escénica”.
  4. Atracción por la simplicidad y la “descomplicación”.
  5. Emprendedor, iniciativa. Capacidad de crear y profundo sentido de la libertad.
  6. Sentido del humor. Capacidad de observar las situaciones desde la distancia, “neutralizando” las conflictivas a través de la ironía y la socarronería.
  7. Voluntad de aprender y evolución constante.
  8. Claridad de retos y objetivos, con escrupulosa planificación y control.
  9. Gran capacidad de trabajo, no sólo alimentada de rigor y profesionalidad, sino también de eficacia y eficiencia.
  10. Pasión y compromiso.

Repasando el decálogo en cuestión, nos podemos preguntar si no nos gustaría disponer de colaboradores, compañeros o jefes que cumplieran las características descritas…

Dado que Eastwood desafía abiertamente las leyes biológicas del envejecimiento, esperemos que le quede cuerda para rato. El propio Eastwood es terminante respecto a la vejez: “Lo mejor es no tomársela en serio, eso es lo que yo hago”. Y eso parece explicar que siga trabajando a un ritmo más propio de otras edades… Como leí hace un tiempo, el gran Eastwood empezó su carrera como John Wayne y a este ritmo la acabará como John Ford…

 

Houdini, las leyes del asombro

 De nuevo, he podido disfrutar de una gran exposición en La Fundación Telefónica de Madrid. Hace dos meses fue la de Hitchcock y ahora, la de Houdini. O sea, de H en H y tiro porque me toca: http://www.fundaciontelefonica.com/exposiciones/houdini-las-leyes-del-asombro/

Harry Houdini (Budapest, 1874 – Detroit, 1926) adoptó su nombre artístico en honor al mago francés Robert Houdin y fue uno de los ilusionistas más célebres de todos los tiempos. En los comienzos, se dedicó al ilusionismo mediante juegos de cartas, pero al poco tiempo se enfocó hacia el escapismo (escapar de un encierro físico o de otras trampas), que es lo que le daría fama universal.

De la mano de Houdini, la exposición nos ofrece un recorrido por la historia de la magia moderna: desde las barracas de feria hasta el gran espectáculo de masas. O, dicho de otro modo, desde el siglo XVIII hasta el advenimiento de la “magia escénica” y magia moderna, de la que Houdini sería uno sus máximos exponentes.

Houdini desencadenado. En las diferentes salas y espacios habilitados, podemos ver reproducciones de carteles de época, cajas de magia, artilugios y juguetes ópticos antiguos. Asimismo, nos topamos con un gimnasio decimonónico, con la réplica de una camisa de fuerza y hasta con una gran jaula. ¿Por qué? Para que nos acerquemos a las sensaciones experimentadas por Houdini. El escapismo, que popularizó y le llevó al éxito, era la disciplina más dura dentro de la magia. Houdini lo practicó zafándose de esposas, cadenas, cuerdas y de una camisa de fuerza. También lo practicaba en el agua, desde una celda de tortura acuática. Parafraseando a Tarantino, asistir a un espectáculo del ilusionista era ver a “Houdini desencadenado”.

Houdini 2

Sorprender. El título de la exposición es “Las leyes del asombro”. La razón de ser de la magia radica en ese afán por la sorpresa y la ilusión. De las seis emociones básicas que tenemos los humanos, una es la sorpresa. Esta puede ser positiva o negativa. Que nos sorprendan (positivamente), nos suele gustar. Desde los inicios de los tiempos, la sorpresa es una de las bazas fundamentales en las relaciones humanas (no quiero desviarme…, pero para enamorar a un cliente, debemos no sólo satisfacerlo sino también sorprenderlo). La magia y el ilusionismo basan su éxito, precisamente, en su capacidad de sorprender al espectador. La magia se sustenta en la ilusión óptica, los trucos y juegos visuales que asombran al público para hacerle creer lo que aparentemente sería imposible…

Desarrollo personal, superación e innovación. Harry Houdini fue también un ejemplo de desarrollo personal y superación, inspirando e insuflando esperanza a mucha gente que empezaba de cero y «escapaba» de su pasado en aquella época difícil (Primera Guerra Mundial y aledaños). Houdini encarnó ideales como el esfuerzo físico, la capacidad de trabajo y la superación frente a las adversidades, que forjaron la creación de su personaje. Gran parte de sus números se basaban en su fuerza y elasticidad. Y es que la práctica del deporte y el entrenamiento físico fueron muy importantes para él. No fumaba ni bebía. Se entrenaba cada día haciendo gimnasia, nadando y escapando de grilletes, cadenas y esposas. Estaba muy orgulloso de alcanzar retos físicos que nadie más podía alcanzar. Como los deportistas de élite, el secreto de Houdini era entrenar hasta el límite. He leído en alguna biografía suya que cada día se sumergía en una bañera de agua llena de bloques de hielo y que llegó a ser capaz de permanecer hasta tres minutos sin respirar.

Cuando otros magos y artistas de teatro estaban anclados en la imaginería del siglo XIX, Houdini incorporó a sus números conceptos innovadores como la fuerza física, la velocidad, la tensión y el reto. Houdini siempre defendió la diferencia que existía entre sus espectáculos de ilusionismo, los cuales tenían un fundamento científico, técnico y físico para crear la ilusión, y aquellos números que decían basarse en la existencia de fenómenos paranormales. De hecho, consagró su carrera a investigar, documentar y divulgar las bases científicas y racionales en las que se apoya la magia para desenmascarar a los que defendían el espiritismo y la brujería. La muestra sobre Houdini nos permite aproximarnos a la base científica de los trucos de magia, algo que ha provocado en los últimos tiempos el interés de las neurociencias.

El poder de la comunicación. Como en el caso de Hitchcock, Houdini también supo ver la importancia de la comunicación y recurrió a todos los medios a su alcance (prensa, radio, cine), para darse a conocer en todo el mundo. Su estrategia promocional más habitual consistía en presentarse en cada ciudad ante el jefe de la policía local, o en la prisión, junto a un grupo de periodistas. Proponía su reto, que era publicado en los periódicos y comentado en la ciudad. Luego el mago era encerrado, atado, o encadenado y cuando conseguía liberarse, su hazaña obtenía nueva promoción en la prensa.

Asombroso…, ¿verdad? La exposición sobre Houdini está disponible hasta el 28 de mayo de 2017.

Peter Drucker o Pedro I El Grande, el hombre que inventó el Management  

Hace ya muchos años que, para mí, Pedro I el Grande dejó de ser el cruel zar de Rusia para serlo Peter Drucker, el conocido como “padre del Management”. Si hablamos de gestión de organizaciones y personas, la referencia es y será siempre este pensador austríaco nacionalizado estadounidense. Cuando falleció, a finales de 2005, con 95 años, el Business Week le dedicó la portada que se merecía: Peter Drucker, el hombre que inventó el Management.

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A cualquiera que se inicie en este mundo de la gestión, le recomiendo empezar por Drucker. Y volver a él. Siempre. Drucker fue un revolucionario del Management. Iba varias décadas por delante de su tiempo, aventurándose a pensar, decir y defender conceptos de gestión inéditos e inauditos por aquel entonces. Afortunadamente, las empresas más avanzadas se atrevieron a seguir sus consejos, demostrando que éstos no sólo soportaban muy bien la práctica, sino que se convertían en paradigmas de buena gestión. Y, en consecuencia, acababan siendo implantados por muchas otras compañías. Peter Drucker fue un innovador y, como pionero del Management, se convirtió en el “faro” de la buena gestión. Es sin lugar a dudas, el autor que más ha influido sobre el pensamiento estratégico de negocios en el siglo XX y XXI.

Sus principales aportaciones. Muchos conceptos empresariales que hoy están ampliamente asumidos en la gestión moderna fueron defendidos por Drucker cuando nadie atisbaba nada parecido. Hoy en día, por ejemplo, todos hablamos de la importancia del aprendizaje en las organizaciones y de las empresas inteligentes. Pedro I, el grande, habló del tema y fijó el término en ¡1958!

Entre las principales aportaciones de Peter Drucker al Management están la dirección por objetivos, la dirección de personas como piedra angular de la tarea directiva, la descentralización y delegación de poder a los empleados, la importancia de la ética en las empresas, la innovación y el poner a los clientes en el centro de lo que hace la empresa. El padre del Management reivindicó el papel crucial de las personas en las organizaciones (diferenciándolas de otros recursos). Es decir, humanizó la empresa y la gestión empresarial, al defender el rol protagonista de las personas en las organizaciones, por su capacidad de integrarse en ellas, de coordinarse, de juzgar y de imaginar e innovar.

12 frases. Pero… más que leer sobre Drucker hay que leer a Drucker, por eso no quiero alargar innecesariamente esta recomendación y sí terminarla con 12 frases de Peter Drucker que siguen siendo plenamente vigentes y que creo que son un buen “caramelo” para tener ganas de adentrarse y devorar algunas de las piezas claves de su obra:

  • “La mejor forma de predecir el futuro es crearlo.”
  • “Los planes son solamente buenas intenciones a menos que degeneren inmediatamente en trabajo duro.”
  • «No hay nada más inútil que hacer eficientemente aquello que no debe ser hecho.»
  • “Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice.”
  • “Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente.”
  • “La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento. Pero la estructura equivocada es una garantía de fracaso.”
  • «Nadie debería ser nombrado para una posición directiva si su visión se enfoca sobre las debilidades, en vez de sobre las fortalezas de las personas».
  • «La función de la empresa es crear clientes.»
  • «Dado que su objetivo es crear clientes, una empresa comercial tiene dos funciones básicas, y sólo dos: el marketing y la innovación. El marketing y la innovación producen beneficios, lo demás son costos.»
  • “La creatividad es el resultado de un duro y sistemático trabajo.”
  • «La motivación nos impulsa a comenzar y el hábito nos permite continuar.»
  • «La prueba de una innovación no es su novedad, ni su contenido científico, ni el ingenio de la idea… es su éxito en el mercado.»

Blue & Lonesome.

 

Once años después de su anterior trabajo (“A bigger bang”), por fin tenemos nuevo disco de los Rolling Stones. “Blue & Lonesome”, publicado en diciembre, es el segundo disco del grupo en el milenio actual y el vigesimoquinto de su carrera.

Obviamente, no todos los discos de su trayectoria son igual de “redondos”. La primera década de los Stones fue la que aportó frutos más gloriosos, como “Beggars Banquet” (1968), “Let it bleed” (1969), “Sticky Fingers” (1971) o “Exile on Main Street” (1972), pero no son nada desdeñables obras posteriores como “Tattoo You “(1981) o el propio “A bigger bang” (2005).

El disco recién salido del horno, “Blue & Lonesome” es un verdadero homenaje al blues, el género que practicó la banda en sus inicios y que arrasaba en los clubes londinenses de los primeros años sesenta. Es un álbum de versiones, no por escasez de ideas de los viejos rockeros británicos, sino para rendir cuentas, ¡por fin!, con sus orígenes. Los Stones siempre han reivindicado la importancia del blues en su trayectoria. Este era un disco pendiente y anunciado mil veces desde hace años. Ha tardado en llegar, pero la espera ha merecido la pena. Con “Blue & Lonesome”, los Stones nos arrastran desde el principio a la atmósfera cruda de aquellas sesiones de antaño en los clubes londinenses. Si cierras los ojos y te dejas llevar, casi notas el humo que invade el local, el trasiego de alcohol y el aliento de los curtidos amantes del blues que asisten -contigo- a la sesión.

En “Blue & Lonesome”, se percibe la pasión, la vitalidad -impropia de su edad- y el cuidado de los Stones por respetar el espíritu de las canciones originales y de sus creadores. Puro lucimiento. No soy crítico musical ni nada por el estilo. Simplemente, apuntaré los alardes vocales de Mick Jagger en “All of your love”, el duelo de guitarras y armónica en la canción que da título al disco, el ritmo y frescura del blues ferroviario “I gotta go” del pequeño gran Little Walter -un maestro de la armónica y uno de los pioneros del rock and roll-, la melancólica «Little Rain» y su lenta cadencia guitarrera, secundada tanto por la voz como por la armónica de Jagger y la participación de Eric Clapton en un par de temas. Pero hay mucho más. Es un disco que destila autenticidad, sabiduría musical y dominio del blues.

El ciclo de vida del producto. Los Rolling Stones irrumpieron en la escena musical en 1962. Cincuenta y cuatro años, repito, cincuenta y cuatro años después de la formación de la banda, siguen en la cresta de la ola. Mick Jagger y Keith Richards están al borde de los 75 años, edad ya superada por el imperturbable Charlie Watts, el gentleman hecho batería. La juventud la aportan los lozanos 70 años de Ron Wood… Más allá de ser los reyes del rock (¿o del rhythm & blues?), son desde hace años, un fenómeno a analizar por su incombustibilidad. No emiten signos de decaimiento… Cualquier producto, en cualquier mercado, tiene, inevitablemente, un ciclo de vida. El producto nace, crece, se estanca, decrece y muere. Es ley de vida. En el caso de los Rolling, sorprende particularmente la longevidad, unida a la intrínseca calidad y fuerza Stone. Desde hace décadas, cada vez que se anuncia una nueva gira del mítico grupo inglés todos nos preguntamos si será la última. Y así seguimos, gira tras gira. Ahí los tenemos, dando conciertos como el gratuito de la Habana en marzo 2016, un hito histórico, con centenares de miles de asistentes. La capacidad de atraer multitudes (y de generar negocio) de los Rolling Stones se mantiene intacta.

El valor de la marca. Desde hace décadas, los conciertos de los Stones son muchos más un exponente de marketing corporativo (interpretan sus temas históricos) que de marketing de producto (la clásica promoción del último disco). La marca “Rolling Stones” (y el famoso logo lingual) se creó y consolidó en los sesenta y desde entonces no ha hecho más que acumular valor. Desde hace años, los ingresos principales de los Stones proceden de las giras (más que de los royalties de sus discos). Cada concierto de los Rolling Stones es un verdadero espectáculo, con un escenario apabullante, grandes pantallas de televisión y toda la parafernalia imaginable, y, claro, la fuerza y el ritmo infernal de sus satánicas majestades interpretando su repertorio de grandes éxitos.

La experiencia de consumo. Para cualquier grupo musical, un concierto suele ser una excelente forma de dar a conocer un producto nuevo (disco), para incitar a su compra y disfrute, y, por otro, es una experiencia de consumo. En el caso de los Stones, empresa y producto singular dónde los haya, desde hace ya muchos años los conciertos son por encima de cualquier otra cosa una experiencia –única e irrepetible- de consumo. No dan a conocer un producto nuevo, sino que, por así decir, se dan a consumir a ellos mismos (del mismo modo que no es lo mismo degustar un producto envasado que tenga el sello de los hermanos Roca que cenar en El Celler de Can Roca).

Los Rolling Stones son un caso absolutamente atípico de longevidad. Son los principales mitos vivientes del rock. En su mercado, el de las bandas de música, se han convertido en un producto de inusual larga vida, como le sucede a la Coca-Cola en el mercado de las bebidas y a la Aspirina en el mercado farmacéutico. Son tres marcas universales y longevas, que siguen aportando valor. La Coca-Cola nos da la chispa de la vida, la Aspirina nos quita quebraderos de cabeza, y los Stones –y esperemos que por muchos años- nos brindan SATISFACCIÓN. Duren lo que duren, siempre sentiré simpatía por estos diablos, que, en edades supuestamente propias de paseos al sol, partidas de dominó y cuidado de nietos, siguen rebosantes de energía, vitalidad y ganas de nuevos retos, ofreciendo conciertos de rock a lo largo y ancho del mundo como si el tiempo estuviera eternamente de su lado… Lo dicho, pongan “Blue & Lonesome”, cierren los ojos y a disfrutar…

Hitchock, más allá del suspense

He podido disfrutar de la exposición “Hitchcock, más allá del suspense”, en la Fundación Telefónica de Madrid. La exposición recorre la obra y la vida del cineasta inglés. Alfred Hitchcock (1899-1980) fue el maestro del cine de suspense, pero su obra va más allá de los estereotipos del género. Varias décadas después de su muerte, su figura sigue siendo difícil de clasificar. En su biografía hay luces y sombras -su misoginia y el trato a algunas actrices, Tippi Hedren, en particular-, pero está considerado como uno de los grandes creadores del siglo XX.

Hitchcock más allá del suspense foto EdM

Hitchcock estrenó sus primeras películas a finales de los años 20 y durante los años 30 dirigió alguna de las más apreciadas, como “El hombre que sabía demasiado” o “39 escalones”. No obstante, el reconocimiento universal no le llegó hasta la década de 1950, durante su etapa americana, cuando se le valoró definitivamente como un autor con mayúsculas, con un estilo propio e intransferible. El respaldo de la influyente crítica francesa y la entrevista que le hizo François Truffaut fueron determinantes al respecto. Desde entonces, las interpretaciones sobre su obra no dejaron de sucederse: precursor del cine no narrativo, realizador de historias centradas en lo psicológico, retratista de las distintas épocas en las que vivió…

El director desarrolló una manera particular de contar historias. Desde muy pronto, Hitchcock se percató de que lo visual y las respuestas emocionales del público eran fundamentales. Creía firmemente que todo aquello que pudiera contarse con imágenes no debía contarse con palabras, “bebiendo” así del “lenguaje” del cine mudo anterior a 1927, sobre todo del expresionista alemán. Como los surrealistas y los fotógrafos de los años 20, Hitchcock recurría constantemente al uso del detalle y a imágenes de alto impacto. Películas como “La ventana indiscreta”, “Vértigo” o “Psicosis” desprenden fascinación visual. Y la potencia de sus imágenes las han convertido en verdaderos iconos modernos.

Hitchcock se convirtió en un revolucionario del séptimo arte, con sus guiones, sus malabarismos de cámara y su capacidad de manipular al espectador jugando con el suspense. Pero, ¡ojo!, detrás del suspense y de todos sus artefactos creativos y técnicos (incluido el célebre Mac Guffin), lo que realmente narra la obra de Hitchcock es el laberíntico mundo de las pasiones humanas, el amor, las crisis vitales, la culpabilidad, la redención y la falsedad de las apariencias. Ni más, ni menos. Todo ello contado con mucho sentido del ritmo y con grandes dosis de cine.

La exposición presenta algunas de las claves del estilo del director londinense: su dominio del lenguaje artístico y del cine de vanguardia; su habilidad para rodearse de grandes colaboradores – actores y actrices, pero también técnicos, diseñadores, guionistas, etc-; el papel fundamental en sus obras de los personajes femeninos y de las complejas relaciones entre los dos sexos o el reflejo del tiempo y atmósfera de cada época en la que transcurren sus historias. El peculiar estilo de sir Alfred Hitchcock se caracterizó por algo inusual en la industria cinematográfica del momento: creía -y así lo demostró- que el director debía controlar todas las etapas del proceso: desde la elección del argumento hasta la promoción de la película. Por cierto, su atracción por la comunicación se hizo patente desde sus comienzos, cuando creó una sociedad que tenía como única tarea el dar a conocer a la prensa noticias referentes a sí mismo. Eso sí, el culmen del marketing hitchcockiano fue, sin duda, algo tan inhabitual hasta entonces como la insistencia en recurrir a su propia figura como icono…

Hitchcock controló férreamente cada detalle de sus obras. Pero se rodeó de colaboradores con talento y se permitió confiar en ellos… ¡Hasta cierto punto! Por algo, el escritor Dan Aulier decía que Hitchcock daba a sus guionistas “libertad para hacer una película de Hitchcock” …

Más allá del suspense…, he descubierto que la forma de entender el cine de Hitchcock se relaciona con el Management. El cineasta británico decía: “Sin duda, lo más importante de una película es el guion. Puede que lleguemos a ver una mala película realizada a partir de un buen guion, pero jamás veremos una buena película realizada a partir de un mal guion”. ¡Pasa exactamente lo mismo con la gestión empresarial! Puede que lleguemos a tener malos resultados, aunque hayamos definido perfectamente la estrategia, pero difícilmente llegaremos al éxito a partir de una mala estrategia. Como le oí decir una vez a un directivo: la estrategia sin ejecución es una ensoñación y la ejecución sin estrategia, una pesadilla.

Ya sabéis, tanto si os gusta el cine y la creación artística como si “simplemente” os interesa el marketing personal y el Management (el arte de gestionar y dirigir…), la exposición sobre Hitchcock está disponible hasta el 5 de febrero de 2017.

Reinventar las organizaciones

Libro de Frédéric Laloux. Arpa Editores, 2016.

Acabo de terminar este libro que me recomendó con entusiasmo Raquel Roca y que merece realmente la pena. Es un libro diferente, para innovadores del Management (¡Inconformistas del mundo empresarial, uníos!). Tiene un claro toque visionario (probablemente le gustaría a Steve Jobs, que estás en los cielos). Sus planteamientos me han recordado a los que el empresario brasileño Ricardo Semler aplicó en su empresa Semco. Frederic Laloux no es un teórico, es alguien que, primero desde McKinsey y luego por su cuenta, ha ayudado a organizaciones y a directivos a explorar cambios radicales. En este ensayo, Laloux repasa, en tono directo y ameno, los modelos organizativos tradicionales y en boga para proponer un modelo de organización rupturista: la Teal Organization, que defiende como el modelo ideal para el futuro (que ya está aquí, Radio Futura dixit). Laloux cuestiona los modelos de gestión empresarial basados en la jerarquización y centralización de la autoridad. Para ello, aborda casos reales, no sólo de empresas sino también de asociaciones, hospitales y colegios; que tienen en común el apostar por sistemas organizativos innovadores y exitosos, que Laloux desmenuza para extraer el modelo organizativo ideal: la Teal Organization. En dos líneas, ésta consiste en una organización apenas jerarquizada, que promueve la auto-organización y la auto-responsabilidad, con procesos de toma de decisiones eficientes y descentralizados y una fluida simbiosis entre el propósito de la organización y el de sus integrantes. Según el autor, hay tres conceptos que deben estar presentes sí o sí en estar organizaciones “futuristas”: Self-management, Plenitud y Propósito evolutivo. No quiero desvelar muchas cosas, simplemente apuntaré que el tercer concepto considera a una organización como un organismo vivo, con «vida propia» y con capacidad de moverse espontáneamente hacia unos objetivos determinados, algo que comparto desde mi perspectiva de biólogo especializado en el mundo empresarial. Según Laloux, las “organizaciones teal” deben trabajan con estrategias y presupuestos muy abiertos. Dicho de otro modo, deben huir del tradicional «Predecir y controlar» («Predict & Control») y apostar por el innovador «Sentir y reaccionar» («Sense & Respond»), una forma de organizarse y actuar mucho más viva e intuitiva que la primera, demasiado rígida y maquinal. Por ejemplo, en uno de los casos estudiados, el de una empresa de energía, el innovador sistema de autogestión implantado provocó que los empleados se sintieran mejor valorados y más motivados. En gran medida, Laloux actualiza los famosos planteamientos de Douglas McGregor (Teoría Y versus Teoría X) y de William Ouchi (Teoría Z), para desmontar mitos empresariales que consideran a los trabajadores como seres perezosos por naturaleza, que sólo se mueven por dinero y que necesitan que se les diga qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo, etc. Por tanto, he aquí un libro recomendable para empresarios, directivos y emprendedores con ganas de romper paradigmas. Es un ensayo para inspirarse, asimilar ideas disruptivas -si no decía este adjetivo de moda, me moría- y adaptarlas a la realidad de sus organizaciones. Y, por tanto, para arriesgarse a tropezar o incluso caerse y, en tal caso, saber perfeccionar el cambio implantado y acertar con el rumbo (¡nunca nada es tan fácil como se pinta en un libro de Management!).