El difĂcil arte de tomar decisiones
Cualquier persona tiene que estar continuamente tomando decisiones, en el ámbito personal y profesional. Reflexiones sobre el proceso de decisión y cómo aplicarlo en la vida y en la empresa.
Para bien o para mal, lo que somos es fruto de las decisiones tomadas en el pasado. La vida de cualquier ser humano es un camino sembrado de encrucijadas que nos obligan continuamente a posicionarnos, a tomar determinaciones frente a un ramillete de alternativas. Cada nueva toma de decisiĂłn es una lucha contra la incertidumbre.
Cuando existen pocas alternativas y son muy diferentes entre sĂ (Âżblanco o negro?), elegir no es una tarea difĂcil. No obstante, la inmensa mayorĂa de las veces nos topamos con situaciones o disyuntivas dĂłnde las opciones que se nos presentan no están tan diferenciadas entre sĂ (Âżgris plata o gris perlaÂż), por lo que a la hora de decidir nos surgen dudas. Nuestras dudas crecen en forma directamente proporcional a la envergadura de la decisiĂłn, es decir de las previsibles consecuencias de la misma. De hecho, a medida que crecemos, las elecciones que nos plantea la vida son más complejas.
Es innegable, por tanto, que la capacidad de decidir es especialmente relevante en el desarrollo de nuestra trayectoria vital. Curiosamente, en el mundo de la formación empresarial, una competencia tan fundamental como la capacidad de decidir no tiene el arraigo que tienen otras (liderazgo, trabajo en equipo, orientación al cliente,…), si bien es cierto que cada vez más universidades de prestigio la incorporan a su temario docente.
Cada dĂa tomamos muchas más decisiones de las que nos imaginamos. Suelen ser decisiones menores, que adoptamos de modo prácticamente automático, pero son decisiones, al fin y al cabo: quĂ© ropa nos ponemos, quĂ© desayunamos, quĂ© medio de locomociĂłn utilizamos para ir al trabajo y asĂ sucesivamente.
En la actualidad, las decisiones que nos depara el dĂa a dĂa, tanto profesional como personal, suelen ser más complicadas que tiempo atrás, simple y llanamente porque tenemos más alternativas y posibilidades de elecciĂłn. Por ejemplo, si acudimos a un supermercado para comprar leche, podemos encontrar una quincena de tipos de leche blanca (entera, desnatada, semi-desnatada, con calcio, con omega 3, a base de soja, sin lactosa, con bĂfidus,…) mientras que en los años ochenta la disyuntiva era leche desnatada versus leche entera. Del mismo modo, en España no hace tantos años que sĂłlo podĂamos elegir entre dos canales de televisiĂłn, frente a las mĂşltiples alternativas actuales. Hoy en dĂa convivimos con lo que Jack Trout definiĂł como la industria de la elecciĂłn (en un solo dĂa recibimos el impacto de hasta tres mil marcas publicitarias).
La mayorĂa de decisiones de nuestro dĂa a dĂa son menores, de escasa importancia, pero cada cierto tiempo las circunstancias nos deparan decisiones muy relevantes.
 Nuestro Ă©xito depende de nuestras elecciones frente a esas decisiones mayores, que afectan al plano personal (ÂżQuĂ© carrera estudio?, Âżcon quiĂ©n me caso?, Âżtenemos hijos?, Âżadoptamos?, Âża quĂ© colegio los llevamos?,…) y al plano profesional (Âżen quĂ© tipo de empresa quiero trabajar?, Âżen quĂ© departamento?, Âżacepto esta promociĂłn?, Âżacepto un traslado a otro paĂs?, Âżquiero ser mi propio jefe y crear una empresa?, …).