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La ‘movida’ del coronavirus.

Tiempos difíciles, peores que un ataque preventivo de la URSS. Son tiempos de mucha policía, poca diversión, pero si algo no procede es la insurrección. “Hola, mamoncete, ¿qué haces por aquí?”, le pregunta una pareja de agentes a un paseante irresponsable. Son tiempos de responsabilidad colectiva y de responsabilidad individual.

Sobre un vidrio mojado escribí su nombre, sin darme cuenta, empieza por C y termina por S. Nada es igual. Son malos tiempos para la lírica. Y buenos tiempos para la épica, la del personal sanitario, la de los empleados de supermercados y de aquellos comercios básicos que nos atienden. Todos se merecen el aplauso. Lo estás haciendo muy bien, héroe anónimo. Hay que evitar el pánico en el hospital. ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? Marta tiene un marcapasos, y eso la convierte en paciente de riesgo. “Devuélveme a mi chica”, se lamenta el novio, confinado en su apartamento. Nadie quiere vacaciones en la morgue.

Tiempos de responsabilidad.

#YoMeQuedoEnCasa. En espera de otro mundo mejor. Vaya, vaya, aquí no hay playa. Esto no es Hawai. Busquemos nuevas maneras de vivir. Teletrabajando. Organizando. Cuidando a mayores y pequeños. Sacando lo mejor de nosotros mismos. Disfrutando de aquello para lo que nunca teníamos tiempo. Escuchando aquella canción de Roxy. O bailando. Bailando sin salir de casa. Mueve tus caderas.

Y, a pesar del aislamiento, ¡cuidemos nuestras relaciones! Ahora que es imposible disfrutar al calor del amor en un bar, dime que me quieres, pero dímelo en casa. O por Skype.

Querríamos estar en Venecia o en Groenlandia. Pero sólo podemos ir al supermercado o a la farmacia, racionadamente. Superada la fase ‘horror en el hipermercado’, cuando vayas a comprar, no mires a los ojos de la gente. Ni a la mascarilla. Ni a los guantes. Mantén la distancia. Es como si tuviéramos veneno en la piel. No tocarte. Y al volver a tu refugio, mucho jabón. Y champú de huevo.

¿Quién me ha robado el mes de abril? ¿Y la semana santa? Todos sabemos la respuesta. El ____ coronavirus. Vaya movida, sí. Aceptémosla. Aprendamos. Preparémonos. Aprovechemos para cambiar paradigmas. Salgamos fortalecidos. Son tiempos de responsabilidad. Que Dios reparta suerte.

PD: Y, de propina, una canción de la movida: https://www.youtube.com/watch?v=LyCQvyrZzW0

Conferencia sobre Innovación en los cursos de verano de la Universidad de Almería

El 12 de julio pasado impartí la conferencia «Personas innovadoras, Organizaciones Innovadoras» en los cursos de verano de la Universidad de Almería.

Mi conferencia se enmarcó, concretamente, en el curso sobre Transformación Digital, dirigido por Rebeca Gómez, y se celebró en el Hotel Catedral de la capital almeriense.

Tras la jornada, la Universidad nos obsequió con un refrescante y entretenido cocktail en la azotea del hotel, con espectaculares vistas a la Plaza de la Catedral.

Aquí estamos Rebeca Gómez (a mi izquierda) y yo, excelentemente «secundados» por otras ponentes y asistentes, con las que charlamos animadamente.

Tras conferencia en Hotel Catedral

 Para acceder a la oferta de cursos de verano, pulsa aquí.

Estructuré mi charla en 5 bloques (El entorno y el cambio permanente – Evolución empresarial: un enfoque darwinista – Cambio, innovación y transformación digital. Ejemplos. – ¿Los robots nos quitarán el trabajo? – Innovación como herramienta de desarrollo personal).

Al hablar del entorno, destaqué los cambios más relevantes acontecidos desde la irrupción de Internet  hasta ahora, con énfasis en lo que viene (ya ha venido): Inteligencia Artificial, blockchain e Internet de las Cosas. Es evidente, que ya ha llegado la cuarta revolución industrial.

En cuanto a organizaciones en general y empresas en particular, adopté un enfoque darwiniano, aprovechando mi condición de biólogo apasionado por el mundo de la empresa. Es decir, hablé de evolución y selección natural, aplicadas a las organizaciones.

A partir de ahí, abordé la importancia del cambio, de la innovación y de la transformación digital en las organizaciones, siempre adaptándolas a las especificidades de sectores y empresas. Cualquier organización debe cambiar, pero la intensidad de la digitalización que debe acometer depende de sus circunstancias. Hablé del fracaso como algo consustancial a la innovación. Si una organización innova inevitablemente fracasa de vez en cuando. Si no innova nunca, no es que que no fracase, es que vive en el fracaso de la inmovilidad…

Finalmente, reflexioné sobre la convivencia de empleados y robots inteligentes y, terminé esbozando el perfil de una persona innovadora, a partir del ejemplo de Thomas Edison.

¿Una conclusión? las organizaciones innovadoras crean personas innovadoras y viceversa…