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¿Lideras o contaminas? – artículo en Sintetia.com

He aquí mi nueva colaboración para Sintetia.com la conocida plataforma online de inteligencia colectiva sobre emprendedores, estrategia, economía y finanzas. 

Esta vez consiste en reflexiones variadas sobre algo tan complejo y dinámico como el liderazgo, un tema fundamental en la gestión empresarial y en la gestión de organizaciones de todo tipo. Aunque el liderazgo es un tema recurrente en mis libros, artículos y conferencias, hacía tiempo que no escribía al respecto, por lo que me tentaba volver a él.

Lideras o contaminas imagen

¿Lideras o contaminas?

Enero 2019 | Enrique de Mora

Lo sabes, liderar es más que dirigir, es más que mandar. Mandar es simplemente decir a los demás lo que tienen que hacer. Dirigir es un grado superior: significa coordinar el trabajo de los demás. Y, finalmente, liderar es conseguir que cada uno haga lo que tiene que hacer, pero actuando desde dentro del grupo, como uno más (no desde fuera, como al mandar o dirigir). Dicho de otro modo, la autoridad real se debe ganar, no imponer.

¿Qué provoca que las personas sigan a un líder? Muy sencillo, el percatarse de que el jefe defiende los intereses de sus colaboradores, no solo los suyos.

Del modelo antiguo —“Yo debo tener todas las respuestas, para eso soy el jefe”—, al modelo actual —construir equipos que sean la suma de muchas libertades, atrevidas pero consensuadas— hay todas las variantes de liderazgo posibles. Lo cierto es que no existe una única forma de ser un buen líder (como también hay muchas formas de ser un mal jefe).

Alguien que prefirió guardar el anonimato dijo que el liderazgo consistía en “mantener a los cinco subordinados que odian al jefe alejados de los otros cuatro que aún están indecisos”.

Establecer recetas para convertirse en un líder perfecto es algo imposible, dada la multiplicidad de situaciones a las que tiene que enfrentarse un directivo. Parafraseando a W. Somerset Maugham: hay tres reglas para crear buenos líderes, pero desafortunadamente, nadie las ha encontrado todavía. A lo sumo, se pueden señalar criterios de lo que podrían ser atributos de liderazgo acertados, siempre teniendo en cuenta que

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Conferencia sobre Innovación en los cursos de verano de la Universidad de Almería

El 12 de julio pasado impartí la conferencia «Personas innovadoras, Organizaciones Innovadoras» en los cursos de verano de la Universidad de Almería.

Mi conferencia se enmarcó, concretamente, en el curso sobre Transformación Digital, dirigido por Rebeca Gómez, y se celebró en el Hotel Catedral de la capital almeriense.

Tras la jornada, la Universidad nos obsequió con un refrescante y entretenido cocktail en la azotea del hotel, con espectaculares vistas a la Plaza de la Catedral.

Aquí estamos Rebeca Gómez (a mi izquierda) y yo, excelentemente «secundados» por otras ponentes y asistentes, con las que charlamos animadamente.

Tras conferencia en Hotel Catedral

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Estructuré mi charla en 5 bloques (El entorno y el cambio permanente – Evolución empresarial: un enfoque darwinista – Cambio, innovación y transformación digital. Ejemplos. – ¿Los robots nos quitarán el trabajo? – Innovación como herramienta de desarrollo personal).

Al hablar del entorno, destaqué los cambios más relevantes acontecidos desde la irrupción de Internet  hasta ahora, con énfasis en lo que viene (ya ha venido): Inteligencia Artificial, blockchain e Internet de las Cosas. Es evidente, que ya ha llegado la cuarta revolución industrial.

En cuanto a organizaciones en general y empresas en particular, adopté un enfoque darwiniano, aprovechando mi condición de biólogo apasionado por el mundo de la empresa. Es decir, hablé de evolución y selección natural, aplicadas a las organizaciones.

A partir de ahí, abordé la importancia del cambio, de la innovación y de la transformación digital en las organizaciones, siempre adaptándolas a las especificidades de sectores y empresas. Cualquier organización debe cambiar, pero la intensidad de la digitalización que debe acometer depende de sus circunstancias. Hablé del fracaso como algo consustancial a la innovación. Si una organización innova inevitablemente fracasa de vez en cuando. Si no innova nunca, no es que que no fracase, es que vive en el fracaso de la inmovilidad…

Finalmente, reflexioné sobre la convivencia de empleados y robots inteligentes y, terminé esbozando el perfil de una persona innovadora, a partir del ejemplo de Thomas Edison.

¿Una conclusión? las organizaciones innovadoras crean personas innovadoras y viceversa…

La delgada línea roja entre innovar y fracasar – artículo en Sintetia

He aquí mi segundo artículo para Sintetia.com la conocida plataforma online de inteligencia colectiva sobre emprendedores, estrategia, economía y finanzas. 

En este caso, el artículo habla sobre innovación, desde la perspectiva del fracaso, algo inevitable al arriesgar y buscar nuevos caminos.

Failure is always an option

La delgada línea roja entre innovar y fracasar

19 de febrero de 2018 | Enrique de Mora

Hace unos años, el entonces director general de InfoJobs me explicó que en su evento corporativo anual otorgaban el “premio naranja” al proyecto más espectacular y ambicioso implementado y, he aquí lo más innovador, el “premio limón” al mejor aprendizaje a partir de una iniciativa fallida o semi-fallida. Ya no lo llaman así, pero siguen extrayendo aprendizajes de los proyectos fracasados total o parcialmente.

El año pasado, se inauguró en Helsingborg (Suecia) el primer Museo del Fracaso del mundo, una iniciativa de un profesor de psicología llamado Samuel West. Dicho museo expone unos 60 productos que fracasaron estrepitosamente en el mercado. Entre ellos, un bolígrafo para mujeres (‘Bic for her’), pasta de dientes Colgate con sabor a lasaña, el perfume de Harley-Davidson, una bebida que mezclaba Coca-Cola y café, las Google Glass y hasta un juego de mesa del omnipresente (y hoy, ‘omnipresidente’) Donald Trump. Según el fundador del museo, el propósito de la colección no es ridiculizar estos productos fallidos sino animar a las organizaciones a aprender mejor de los fracasos, en vez de ignorarlos y fingir que nunca sucedieron.

En el ámbito de la innovación, el éxito no se explica sin su presunto contrario, el fracaso. De hecho, el éxito no existiría sin el riesgo de fracaso. Van siempre unidos. El éxito y el fracaso, más que contrarios entre sí, son casi hermanos. Cualquier proyecto innovador es susceptible de éxito y fracaso. ¿Por qué? Porque está sujeto a la incertidumbre.

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El fin del mundo tal y como lo conocemos

Libro de Marta García Aller. Editorial Planeta, 2017.

El título puede sonar pelín apocalíptico, casi ‘jimenezdelosiano’, pero el subtítulo tranquiliza e indica por dónde van los tiros: ‘las grandes innovaciones que van a cambiar tu vida’. Es un libro sobre I-N-N-O-V-A-C-I-Ó-N, en mayúsculas. Y, por tanto, sobre tecnología, tendencias y futuro. Y, consecuencia de todo ello, sobre cambios de hábitos sociales. Es un ensayo fundamentado y ágil que busca entender y explicar lo que se avecina, aprendiendo de todo aquello que estamos dejando atrás.

No recuerdo cuando descubrí a la autora, la periodista Marta García Aller, pero sí que fue leyendo artículos suyos en la revista ‘Actualidad Económica’ y que me enganchó su forma de escribir y de contar la actualidad con puntería, soltura y humor. Ya sea en sus crónicas políticas (impagables muchas de sus colaboraciones en El Independiente) o en sus libros, disecciona la actualidad con viveza y desparpajo. Además de escribir, es profesora asociada del Instituto de Empresa, en la rama de Ciencias Humanas y Tecnología. Este último apunte biográfico no es baladí, dado que el Instituto de Empresa -para los amigos, IE, abreviándose igual que Inteligencia Emocional, lo que no puede ser casual- es, a día de hoy, la más innovadora de las tres grandes escuelas de negocio españolas (las otras son, obviamente, el IESE y ESADE).

“El fin del mundo tal y como lo conocemos” está estructurado en dos partes: ‘Cosas que se acaban’ e ‘Ideas que se acaban’. La primera parte se refiere a cómo están cambiando aspectos tan tangibles como el trabajo, el dinero o la fotografía, entre otros, y la segunda a conceptos como la forma de conversar, el reloj biológico o la intimidad, y algunas otras cosas más. Y, ojo al dato, el libro termina con bibliografía recomendada, para que podamos seguir tirando del hilo de las reflexiones que suscita la lectura.

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Lo que pudo haber sido y no fue

“El pasado está lleno de predicciones que nunca sucedieron. Y de futuros que envejecieron muy rápido. Se anuncian cada poco avances presuntamente fascinantes que caducan rápidamente en el olvido, porque las épocas de innovación lo son también de fracasos constantes.” Esta frase, extraída de uno de los primeros capítulos, define muy bien el espíritu del libro. El ensayo de Marta García Aller muestra un enfoque abierto hacia lo que viene, tamizado por el sentido crítico y por el sentido de la perspectiva. Hablar del futuro obliga a revisar el pasado y a analizar lo que antaño fueron aciertos -unos duraderos, otros efímeros- y fracasos que provocaron la muerte o agonía de empresas que parecían consolidadas (Kodak y Nokia son dos ejemplos). Ese acercamiento al pasado merece la pena, especialmente para los más jóvenes, que, como explica la autora, ya no recuerdan el mundo antes de Google.

Si mi abuela levantara la cabeza…

En el despliegue de innovaciones que nos depara y deparará la tecnología, cada lector encontrará aquellos temas que le seduzcan más. A mí, me han interesado particularmente las reflexiones sobre qué significa hoy en día la conexión a Internet, sobre la inteligencia artificial -tras décadas oyendo hablar de robots, ya han llegado de verdad- y sobre la transformación de la fotografía. Recojo aquí, a vuelapluma, algunas de las ideas del libro sobre esos tres ámbitos. Primero, la conexión a internet -sin la que vivimos durante siglos- ya es tan ubicua e invisible como la luz y el agua corriente. Y eso lo cambia todo, como lo hizo en su día la electricidad. Segundo, con la inteligencia artificial capaz de crear máquinas que piensen solas, se avecina una sociedad completamente diferente, en materia de empleo y en todos los terrenos (¡coches que conducirán solos!). La robotización afectará en España a cerca de la mitad de los trabajadores en la próxima década. El libro explica que los robots acabarán haciendo cualquier cosa en la que los humanos seamos mejores cuanto más entrenemos. La cuarta revolución industrial ya está colándose sibilinamente en nuestras vidas. El resquicio a la esperanza está en que seguirán siendo humanas aquellas tareas relacionadas con la percepción y manipulación en entornos desordenados, las que requieran inteligencia creativa e inteligencia emocional. Ahí, los robots, por mucho que piensen por sí mismos, lo tienen complicado. Y, en tercer lugar, hoy en día lo fotografiamos todo, pero las fotografías digitales que hacemos con el móvil no tienen, como antes, el afán de inmortalizar un instante sino de comunicarlo y compartirlo (a menudo, postureo mediante). Las redes sociales son el antiguo corcho de la habitación. Reflexiones interesantes, ¿verdad?

De la transformación digital a la transformación social

En el libro tienen cabida el internet de las cosas, el ‘big data’, los algoritmos, los robots, los drones, las redes sociales y hasta la posverdad. “Que algo sea posible no quiere decir que vaya a funcionar” asevera Marta García Aller, lo que le da pie a explicar algunos sonoros fracasos en materia de inventos e innovaciones empresariales. Véase el escaso recorrido de las Google Glasses lanzadas a bombo y platillo en 2012. En aquel momento todavía no habíamos adquirido la costumbre de fotografiar cada plato en los restaurantes. “Sin una función social, la tecnología fracasa”, concluye. Las nuevas tecnologías han propiciado el fin de hábitos que antaño parecían inmutables por los tiempos de los tiempos, como el de consultar la enciclopedia que ocupaba el lugar de privilegio en las estanterías del salón. La autora nos advierte de que el gran tesoro del siglo XXI es el rastro que dejamos en la red. Cualquier aplicación que utilicemos con frecuencia -llámese Facebook, Twitter o Google Maps- sabe más de nosotros mismos que nuestra pareja y amigos. Y no digamos si nuestro perfil es abiertamente narcisista y nos gusta más de la cuenta dejar rastro. Todo ello puede ser aprovechado por empresas (o desaprensivos) que quieren sacar tajada (legítima o no tanto) de nuestros hábitos de consumo. El gran negocio, ya sea en internet o a pie de calle, serán los datos. Ya está siendo así. El reto de cualquier comercio o empresa que se precie es saber quién es su cliente potencial o real y qué le interesa. Desde el punto de vista empresarial, lo que importa es conocer y entender las reacciones del consumidor. Bajo esa premisa, García Aller analiza el éxito de empresas como Amazon o la propia Zara, que desde el principio enfocó su negocio a conocer lo que demandaban sus clientes.

Y, por supuesto, García Aller aventura hipótesis de por donde se moverá el futuro. Por ejemplo, los zepelines que Amazon ha patentado como una especie de almacenes aéreos de productos, que podrían sobrevolar las ciudades del futuro llenos de mercancía con la que abastecer rápidamente a los drones de reparto que sirvan las compras a domicilio. Como dice la autora, eso sería realizar las compras en internet en la nube. Literalmente.

En síntesis, un libro para entender cómo todo está cambiando y transformándose. Un libro que de modo muy ameno -la sonrisa asoma con frecuencia- explica que la transformación digital conlleva la transformación social. En definitiva, un ensayo que me ha hecho pensar. Y eso no lo consigue cualquier libro ?. Como decían mis admirados Radio Futura, ‘El futuro ya está aquí’. Y este libro da cuenta de ello, con profusión de datos e información basada en la evidencia. Y con realismo y gracia.